Aires
Esta historia arranca en el año 2021… cuando decidimos hacer algo muy simple pero poderoso: cultivar un jardín en la fachada de la asociación AES Candelaria.
Como no teníamos tierra, ni espacio, ni riego… nos las ingeniamos. Fabricamos 20 jardineras reutilizando los soportes de los aires acondicionados. Pero eso no fue lo más curioso…
No, lo más singular fue el agua. Sí, el agua que sueltan los aires acondicionados. ¿Sabías que cada uno puede generar entre 1 y 2 litros por hora? Lo suficiente para formar charcos sobre las aceras…
Exactamente. Se trata de un agua que se forma en el interior de los aparatos, cuando el aire se condensa en los serpentines. Su composición es similar a la del agua de lluvia: un poquito ácida, sin cloro, pero también sin nutrientes.
Así que el jardín se fue poblando inicialmente de plantas acidófilas -que les gusta esas condiciones- como clivias, helechos o kalanchoes.
Pero hace poco, nos propusimos otro reto: ¿Y si ese jardín pudiera convertirse en un huerto comestible?
Claro, porque estamos formando un grupo de cultivo urbano. Y si queremos hortalizas, necesitamos un suelo rico y sano… y eso no se consigue con fertilizantes artificiales.
¿Y por qué no?
Pues porque su producción genera contaminación, emite gases de efecto invernadero y, lo peor, desequilibra los suelos, mata microorganismos, contamina acuíferos y rompe el ciclo natural.
Así que dijimos: “Ya que reciclamos el agua, por qué no reciclar nuestra basura orgánica”. Desde entonces, prestamos más atención a nuestros desayunos y meriendas para compostar los restos orgánicos sobrantes que son el ingrediente para producir humus y crear suelo fértil con ayuda de las lombrices…
Para los que no lo sepáis, el humus es un material valioso y nutritivo. El oro negro lo llaman algunos. Y cómo producimos más de lo que necesitamos para fertilizar, hemos explorado cómo utilizarlo como material de construcción…
Pero eso lo dejamos ya para los próximos episodios, donde hablaremos de nuestras experiencias, errores, hallazgos, y sobre todo de lombrices.
¡Hasta la próxima!